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En los tiempos que corren ya es una voz popular la idea de que las abejas son un eslabón más que importante en la preservación de nuestro ambiente. La función polinizadora que desarrollan no sólo permite la preservación de su especie sino que es el latido de vida de nuestro planeta.
Salud 22 de enero de 2020Mirar hacia otro lado e ignorar que la abeja es una especie en riesgo de desaparición equivale a no advertir que su final conlleva el final de nuestra vida. Frente a esto, ¿basta con lanzar quejas al aire contra el cambio climático, el modelo de producción intensivo del agro y la falta de políticas de estado en cuanto a preservación de las especies? Si bien la realidad es diferente en cada país, habiendo casos como México, España o Argentina en los cuales las universidades o el estado avanzan en mecanismos de protección de las abejas, la toma de conciencia a nivel global también debe ser individual y ahí radica el cambio profundo. Cada uno de nosotros podemos aportar nuestro grano de arena desde nuestra casa, para la preservación de la casa común…la tierra.
El Plan Nacional para la Conservación de los Polinizadores de España señala que las especies polinizadoras, entre las que se encuentran las abejas, son un grupo clave para la preservación de la producción primaria que es sobre la cual se sustenta la vida en nuestro planeta. Sin abejas no hay polinización, sin polinización no hay alimentos, sin alimentos no hay vida.
En México la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia de la Universidad Nacional (UNAM) busca preservar las abejas capacitando a los cuerpos de bomberos en el manejo de enjambres y colonias silvestres dentro de la ciudad. A su vez, iniciativas como el Apiturismo, emprendida por una familia de mexicanos al oeste de Yucatán, también apuntan a la preservación de estos polinizadores. Para poder protegerlas es necesario embeberse de la tarea que realizan las abejas, como desarrollan su producción y cuál es su aporte a nuestro planeta. No podemos defender y cuidar lo que no conocemos.
Por su parte, en Argentina el Concejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, a fines del año 2019, ha incorporado la miel de Yateí (una especie de abeja sin aguijón, de las que se conocen como meliponas) al Código Alimentario Argentino como mecanismo para la preservación de esta especie de polinizador y, a su vez, del entorno nativo en el que habitan. Según el Conicet, la miel de Yateí además de preservar el ambiente, alimenta y cura.
Los cambios mencionados hasta aquí, en su mayoría se dan en el plano macro pero requieren de la cooperación “puertas adentro”, es decir, necesitan cambios de hábitos que cada uno de nosotros podemos llevar a cabo en nuestro entorno inmediato y cotidiano.
¿Qué puedo hacer para colaborar?
Algunas ideas que ayudarán a que las abejas sigan vivas, y nosotros también:
El 80% de los cultivos que consume la población dependen de la polinización que llevan a cabo las abejas, este dato arrojado por Greenpeace España en el video que te compartimos a continuación, junto a la explicación de por qué en ese país se viene produciendo un importante declive de las abejas, pone la voz de alarma y marca el norte a seguir. Si no aportamos nuestro grano de arena, en la escala que podamos, la extinción de las abejas será inminente y con ella la de la especie humana.