La mala alimentación nos avejenta más rápido

El marketing depredador y los efectos de una mala alimentación se manifiestan a partir de los 20 años, somos lo que comemos. ¿Qué es lo más común?

Alimentación04 de junio de 2022MPBMPB
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Es necesario vaciar nuestra casa de “alimentos insanos”.

Un mundo habitado por jóvenes viejos que a los 20 años comienzan a padecer enfermedades propias de una edad que no es la suya. ¿El origen de esto? Una alimentación decificiente, minada de ultraprocesados y carente de alimentos naturales.

Hay una frase que siempre aparece cuando hablamos de alimentación: somos lo que comemos. Una idea completamente cierta pero que hoy es incompleta.

Según la nutricionista y doctora en Bioquímica y Biología Molecular, Emilia Gómez Pardo, "somos lo que comemos, pero comemos lo que compramos" y con esta aclaración señala la necesidad de vaciar nuestra casa de “alimentos insanos” que no compraríamos jamás si no fuera que actuamos bajo los efectos del “marketing depredador”.

Enfermedades respiratorias y cardiovasculares, o cáncer y diabetes tipo 2 son cada día más frecuentes entre personas que apenas superan los 20 años, todas patologías que normalmente comenzaban a observarse a edades mayores.

Para Gómez Pardo, lo que comemos durante los primeros años de nuestra vida, es lo que va construyendo el terreno fértil para que prosperen enfermedades que en muchos casos terminan siendo mortales.

El primer indicio de una mala alimentación es el sobrepeso o la obesidad, la punta del iceberg de un conjunto de dolencias que, por silenciosas, pasan desapercibidas hasta que estallan por su gravedad.

La inactividad y el estilo de vida sedentario que muchos de nosotros llevamos adelante agrega complejidad a la situación, la agrava y acelera su manifestación.

“Todo está preparado para que las personas tengamos sobrepeso”, comenta Emilia Gómez Pardo, para quien “el entorno que nos rodea es absolutamente obesogénico”.

Llamamos entorno obesogénico a aquel en el que hay comida por todas partes y a cualquier hora. Claro está que siempre es comida poco saludable, para que si sientes hambre simplemente comas.

Los datos que convida esta Bioquímica y Bióloga molecular son más que alarmantes, en España 4 de cada 10 niños tienen sobrepeso, "una situación inaceptable porque está directamente relacionado con la hipertensión, colesterol, diabetes tipo 2, síndombre metabólico, hígado graso, trastornos de alimentación y depresión".

Los efectos dañinos de una alimentación deficiente comienzan a mostrar sus consecuencias a los 20 años de vida de las personas. En las nuevas generaciones la situación se complica aún más:

Los mileniales (generación nacida a final del Siglo XX) tienen el doble de riesgo de contraer cáncer por el estilo de vida occidental y porque vienen con daño desde niños.

Así lo afirma Gómez Pardo quien comenta que uno de cada diez tumores que se diagnostican hoy, están relacionados al sobrepeso y el consumo excesivo de alcohol, y añade que:

se están registrando a edades más tempranas tipos de cáncer que hasta ahora se presentaban en personas adultas.

El cáncer colorrectal es uno de ellos y, si el estilo de vida actual se mantiene por diez años más, este se incrementará en un 90% en personas de entre 20 y 30 años. Mismo crecimiento se dará en los casos de cáncer de recto que se pronostica puede crecer en un 124%. Y todo esto como consecuencia de los malos hábitos alimenticios que llevamos adelante.

Por ello, según Gómez Pardo:

También las generaciones más jóvenes en todo el mundo están experimentando una exposición más temprana y duradera al exceso de adiposidad durante su vida que las generaciones anteriores, lo que se está traduciendo en un aumento considerable del mieloma múltiple y cáncer de endometrio.

Hábitos saludables para niños

El estilo de vida y los hábitos que los padres sostienen, lo heredan los hijos. Lo que comunmente se conoce como "predicar con el ejemplo". Si el objetivo es llegar a la vejez sin factores de riesgo a causa de la mala alimentación, debemos entonces empezar a alimentarnos bien. Para ello, es preciso realizar dos movimientos: comenzar a incluir alimentos saludables en nuestras compras y dejar de comprar malos alimentos.

Para la doctora Emilia Gómez Pardo, “somos lo que comemos, pero comemos lo que compramos y nos lo terminamos comiendo porque somos humanos y porque están diseñados para que nos gusten”.

Por ello, debemos elaborar de otra manera nuestras listas de compras cuando vamos al supermercado y saber cuáles productos no deben llegar a nuestro hogar. Lo que Gómez Pardo simplifica diciendo que no debemos comprar “cualquier cosa que venga en un paquete con muchísimos ingredientes” pues ”entre un 30% y un 50% de los cánceres son atribuibles a factores de riesgo modificables”.

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Depresión y trastornos alimenticios

Cuando llevabamos hábitos de alimentación saludable, nuestra salud mental se ve beneficiada. Se ha comprobado cientificamente que jóvenes entre 18 y 25 años con cuadros de depresión, experimentaron mejorías luego de que les fueron modificados sus modos de alimentación, según indica el estudio publicado en American Journal of Clinical Nutrition realizado por investigadores de la Universidad de Tecnología de Sydney.

Jessica Bayes es su invetigadora principal y es quien explica que "la estrategia del trabajo fue modificar hábitos alimenticios de los jóvenes para incluir verduras, legumbres, cereales integrales, pescado azul, aceite de oliva y frutos secos sin sal". Sumado a ello, "se redujo la ingesta de alimentos procesados, azúcar y carnes rojas".

Una de la razones por las cuales nuestro alimento incide en los estados de ánimo es que:

Alrededor del 90% de la serotonina, una sustancia química que nos ayuda a sentirnos felices, es producido en el intestino por los microbios intestinales. Hay evidencia emergente de que estos microbios pueden comunicarse con el cerebro a través del nervio vago, en lo que se llama el eje intestino-cerebro.

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